A collaborative publication of the Latin American Studies Program

Divisadero

Spring 2015

Spring 2015 Article

El Bloqueo Cubano: ¿Qué nos absolverá?

By Robert Egan

UNA PERSPECTIVA CRÍTICA SOBRE LAS RELACIONES CUBANAS-ESTADOUNIDENSES

“Cuba no cederá un ápice en su posición y EEUU penetrará en todos los ámbitos que pueda para el supuesto desarrollo de la nación cubana. Siguen enrocados. ¿A qué acuerdos llegaron los dos si ahora se contradicen? Esa es mi duda: que ninguno ceda y que otra vez el pueblo cubano siga en su agonía sin salida, como está hace 50 años”

— Pablo Milanés, celebrado cantautor cubano, 14 de Febrero 2015

 

En los primeros días de 1959, cuando los barbudos cubanos llegaron victoriosos a la Habana y reclamaron la isla para el bienestar del pueblo, el mundo paró por un momento. Una insurgencia popular había derrocado a un dictador militar a través de la guerrilla, y una verdadera revolución social había iniciado. La estructura tradicional de poder de un estado había caído y se tomó nota por todos lados de América Latina.  Los Estados Unidos también tomaron nota, al principio el hegemón mantenía relaciones diplomáticas con el gobierno insurgente hasta que ofreció bonos cubanos como recompensa para los activos estadounidenses que nacionalizó, cuales valoraban un mil de millones de dólares en 1960. Acá, por lo general, se entiende que la nacionalización causó el bloqueo, pero no se considera que la concentración de la riqueza y la tierra cubana en manos estadounidenses era uno de los grandes factores que hicieron necesaria la revolución. En aquel tiempo los estadounidenses poseían la mitad de la industria azucarera, 75% de la tierra cultivable, y 90% de los servicios de transporte y electricidad. El bloqueo, que ordenó el Presidente Kennedy, fue la primera de una serie de acciones subversivas que intentaron debilitar o derrocar a los revolucionarios. Además la política exterior estadounidense dominante en América Latina desde ese punto, y por el resto de la guerra fría entre los EEUU y la Unión Soviética, se definía por el deseo de evitar “una segunda Cuba”.

Más de medio siglo después el bloqueo, y la frialdad quedan en efecto, pero el 17 de Diciembre de 2014, apareció una ligera esperanza cuando los Presidentes Barack Obama y Raul Castro anunciaron que Washington y La Habana iban a restablecer relaciones y abrir las embajadas nuevamente. Mejor dicho, los dos anunciaron al público un proceso lento de negociaciones que habían empezado hace tiempo. El restablecimiento de relaciones con Cuba sería un gran logro para el presidente Obama que se acerca al fin de su último mandato, y cuyo legado está deslustrado por una legislatura debilitante. 

En la atmósfera presente de la política nacional estadounidense, la ratificación de un acuerdo con los cubanos y la normalización de relaciones se enfrentan con unos obstáculos disuasivos. Existe un sentimiento hacia la izquierda donde los republicanos en el Congreso y en los medios de comunicación van a oponerse por políticas partidarias a cualquier legislación iniciada por el Presidente Obama. En realidad el liderazgo republicano ha intentado bloquear la agenda de Obama desde el momento en que empezó su mandato. ¿Qué sentido tiene todo eso? Hay tres aspectos claves al conflicto entre Cuba y los EEUU:  el embargo, la base militar en la bahía de Guantánamo, y la designación como estado patrocinador del terrorismo. El resolver estos tres puntos requiere la aprobación del Congreso, el Congreso recién capturado por los conservadores, el Congreso más improductivo en la historia del país, y el Congreso que ha utilizado cada medida posible para detener el progreso y el éxito del poder ejecutivo.

El departamento del estado de los EEUU y su secretario, John Kerry, insisten que la normalización de las relaciones con el gobierno cubano y la eliminación de la designación del mismo como un estado patrocinador del terrorismo son procesos totalmente distintos y separados. En el contexto de la historia de las interacciones entre los EEUU y la Cuba, el argumento de la derecha que los cubanos apoyan al terrorismo y amenazan la seguridad nacional estadounidense parece completamente sin fundamento. Como muchas cosas de la época Reaganista, esta designación era un paso en falso desde el principio, hecho no a causa de actos concretos, sino por razones ideológicas. Por fin, el Presidente Obama anunció el 14 de Abril que intenta sacar la designación inmerecida, pero su decisión no tomará afecto por cuarenta y cinco días, entonces el Congreso tiene este tiempo para pasar una ley condenadora del acto, y los oponentes de la normalización necesitarán un gran mayoría para invalidar el poder de veto que tiene el presidente.     

Generalmente, una acción ejecutiva podría terminar un embargo económico, pero las sanciones estadounidenses contra Cuba se convirtieron en ley federal a través del Acto Helms-Burton en 1996 durante el gobierno del Presidente Clinton. Esa legislación tiene el propósito de llegar a “una transición pacífica a una democracia representativa y una economía de mercado en Cuba”. Efectivamente significa que si convocan en Cuba elecciones verdaderamentes abiertas y competitivas, además monitoreadas por la O.N.U., en que el pueblo cubano decida, de propia voluntad, elegir a un presidente comunista o socialista, el embargo no acabaría.  

Sin embargo, se necesita que el bloqueo termine pronto, la gente de cuba no debe sufrir a causa de diferencias ideológicas. Pero el acuerdo entre los dos estados debe fundarse en términos justos que respeten las normas internacionales sobre diplomacia. Aunque hay mucha retórica sobre la democracia y la libertad personal,  las negociaciones son confidenciales y por eso sólo puedo especular sobre las detalles hasta que los delegados lleguen a un pacto. Entonces para fomentar el discurso productivo propongo imaginar unas situaciones: lo ideal, la peor, y la más probable.

Lo ideal: Los EEUU no infringe en la autonomía cubana, salvo pedir que los cubanos convoquen elecciones regulares, competitivas, y abiertas a la oposición. Para respetar más a los derechos de los cubanos, el gobierno cubano debe permitir acceso completo a la información disponible por el Internet y los medios de comunicación. El bloqueo termina y el gobierno cubano puede participar en el mercado estadounidense como representante de la necesidad colectiva, pero las corporaciones reciben poco acceso a la isla, y todo lo nacionalizado queda en las manos cubanas. Los Estados Unidos quita la designación de Cuba como un estado patrocinador del terrorismo y cierra la base militar en la Bahía de Guantánamo. Los dos países restablecen sus embajadas y permiten que sus ciudadanos viajen libremente.

 Lo peor: Los Estados Unidos propone terminar el bloqueo solo para abrir los mercados cubanos para las industrias agrícolas y tecnológicas estadounidenses. Niega cerrar su base militar ilegal. Tal vez quita la designación terrorista. Hace clara su intención de establecer una economía neoliberal en Cuba, y de instalar líderes que conforman al “consenso de Washington”. Como resultado el gobierno Cubano no cede nada sobre la exclusión de la oposición política ni el nivel del acceso a la información, y no convoca las elecciones presidenciales. Tal vez reabren las embajadas y permiten un poco más del viaje libre.              

Lo más probable: Los cubanos ceden poco relacionado a la estructura de su gobierno por las sospechas de intervención, pero llegan a un acuerdo sobre el acceso a la información y los medios de comunicación. Los EEUU no terminan el bloqueo, pero quitan unas sanciones, y permiten mejor acceso a unos mercados específicos por razones humanitarias. Las embajadas reabren, hay más viajes entre los dos países, y es más fácil. Un conocimiento verdadero de la realidad cubana se difunde lentamente por todos lados de los EEUU. Este acuerdo representa el principio de un proceso largo y lento que eventualmente termina en la normalización de las relaciones después de varios acuerdos y gobiernos.  

En este trabajo, hablo mucho sobre la propuesta normalización y las dificultades asociadas con el proceso, mi intención es ubicar el discurso en un ámbito pragmático y crítico, ahora para cerrar esta breve conversación vale la pena profundizar en nuestro entendimiento de las relaciones internacionales y el comportamiento estatal que consideramos “normal”. La relación normalizada bilateral tiene ciertos rasgos, es equitativa y pacífica, siempre respetuosa a la diferencia y a la autonomía del otro, y nunca es intrusiva en lo interno ni imperialista.Lo que acabo de describir varía significativamente de cómo los Estados Unidos interactúan con el resto del mundo y se hace cuestionar la posibilidad de una relación mutuamente constructiva entre la Cuba revolucionaria y los Estados Unidos, el primer propagador del capitalismo mundial, después de tanto enfrentamiento y desconfianza entre los dos. En verdad, los resultados dependen totalmente en la participación vocal del pueblo estadounidense, con suficiente presión podemos cambiar la manera en que nos relacionamos con el resto del mundo. Pero si permitimos que las negociaciones fracasen o que nuestro gobierno siga su patrón de comportamiento explotador con nuestros vecinos latinoamericanos, temo que nada nos absolverá.